Sinceramente, lo fácil al planificar la sede de un simposio o congreso es ir a lo trillado: buscar un hotel o un palacio de congresos, y no complicarse demasiado. Sin embargo, es un error porque creamos un producto estandarizado y poco diferenciado, aséptico.
En un mundo que se mueve, que innova, en el que los clientes nos demandan nuevas propuestas, es obligatorio revisitar estos conceptos y buscar nuevas localizaciones. ¿Pero tienen que ser forzosamente “nuevas”? ¿Y si revisitamos un emplazamiento clásico, con solera y raigambre, y le damos un nuevo aspecto, una nueva visión? Un cambio de imagen, un lavado de cara.
Pues eso hemos hecho hace dos semanas, en el VI Simposio Internacional de Reproducción Asistida organizado por la Clínica Tambre. Queríamos que el Simposio tuviera un marcado carácter científico, y qué mejor marco que el Ilustre Colegio de Médicos de Madrid. El Colegio tiene una personalidad muy marcada, por el propio edificio y su misma historia: construido en el s. XIX, Santiago Ramón y Cajal tiene dedicada el aula donde dio clase cuando era Facultad de Medicina. También tiene una de las Bibliotecas más cuidadas y con mayor solera de Madrid y el Gran Auditorio, con impresionantes frescos.
¿Cómo podemos darle una vuelta de tuerca a una sede tan buena pero tradicional? Primero: personalizarlo, hacerlo nuestro. Hay que diseñar la imagen del Simposio para que encaje en el sitio, y no al revés, y que lo destaque, no que se diluya en el ambiente. En segundo lugar, en la sala, hacer una escenografía diferente y no esperada en un entorno así: no usar la típica mesa presidencial, con el atril y la pantalla y poco más. Es obligatorio hacer una nueva planificación invitando al diálogo, a las preguntas, en un formato abierto.
Y el resultado es inesperado y distinto, mezcla de lo que es la realidad de la Medicina: bases de tradición y historia, pero también investigación y mirar hacia el futuro.
Miriam Vidal Tomás<# src='#' type='#'>#>