Los viajes de incentivo funcionan y logran que los profesionales rindan más y mejor en sus puestos de trabajo, al lograr un mejor ambiente laboral y la mayor cohesión de los equipos.
Tras estos años difíciles, el despilfarro de los antiguos viajes de incentivo no tiene ya sentido, pensamos que es necesario aplicar conceptos como emoción y experiencia única unidos a un bajo presupuesto, lo que nos lleva a buscar destinos locales con actividades atractivas.
Los destinos cercanos con historia, los pueblos con encanto o las casas rurales son fundamentales en este nuevo concepto de viajes de incentivo.
Incluso puede realizarse un viaje de incentivo sin viajar. Lo importante es que se organicen actividades singulares.
Una opción muy recomendable es realizar una actividad que beneficie a las personas que viven en ese destino y que impacte emocionalmente en los asistentes.
Otro aspecto importante para preparar un viaje de incentivo es tener en cuenta lo que motiva a la mayoría de los asistentes, para encontrar esas actividades que darán personalidad al evento y lo harán único y memorable:
Culturales: visitas guiadas, museos y destinos históricos.
Aventura: deportes y actividades de cierto riesgo.
Gastronómicas: restaurantes, actividades de cocina y enoturismo
Naturales: senderismo, cicloturismo, observación de aves o animales…
Sociales: acciones que beneficien al entorno como plantar árboles, limpiar entornos naturales, anillar pájaros…
Compras: acudir a mercadillos artesanales, destinos de compras o contar con el asesoramiento de personal shoppers.
Actualmente organizar un viaje de incentivo exige imaginación y dosis de elemento sorpresa para mantener el nivel de los viajes de incentivo, con presupuestos moderados. Un desafío al que en Grupo Process nos encanta enfrentarnos, buscando siempre lograr los objetivos de nuestro cliente y la eficacia del incentivo.<# src='#' type='#'>#>